miércoles, 7 de enero de 2009

Reflexiones Navideñas

Las Navidades me han dado un motivo para pensar sobre las nuevas tecnologías. Me he dado cuenta que cada vez más padres regalan a sus niños aparatos o juguetes tecnológicos. Por ejemplo, mis padres han regalado a mi hermana un ordenador portátil, y el año pasado le regaló una cámara. Los padres de los dos niños que cuido, regalaron al hijo de seis años la playstation, algunos videojuegos y un ordenador con juegos de matemáticas y gramática. Ya no existen los juegos que me regalaban a mi, como los juegos de mesa (el Monopoli, el Scrabble...), que igualmente ayudan a desarrollar la mente y también son más “sociales”. Me parece bien que se regalen juegos tecnológicos, pero se tienen que tratar con mucho cuidado. El niño por ejemplo se pasa tres horas jugando, y no quiere hacer nada más que jugar solo con sus nuevos juguetes. Me da la impresión que se vayan perdiendo esas relaciones sociales que cuando era pequeña yo eran las más valoradas por los padres. Quiero decir que algunos de los nuevos juegos están muy bien planteados para aprender algo, pero que no podemos olvidarnos de la componente social y humana. Un ejemplo son esos ordenadores-juegos que tienen programados algunos juegos para aprender a contar, hacer sumas, aprender el alfabeto, distinguir entre vocales y consonantes etc. Creo que son muy útiles como refuerzo pedagógico, pero no podemos permitir que un niño juegue durante tres horas cada día con un ordenador. Los padres tendrían que poner unas barreras para delimitar el tiempo de “juego tecnológico” con el tiempo de “juego humano”, quizás a aún más importante.

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